Entonces la plenitud
Es preciso acallar la voz del
pensamiento
Los días sin mañana
Encierros y laberintos
La soledad toda
Y esta tristeza que sin pausa, deshila
los días.
Es preciso, anclar en otra orilla
Y en la llanura fértil, germinarse
Arbol y pájaro
Raíz y semilla.
Es preciso,
Redimirse de los nombres oscuros
De palabras filosas,
íntimas heridas abiertas,
De negadas cicatrices.
Y con la mirada clara, ascender
Más allá de la cima
La mayor
Y sin la vuelta atrás
Parirse
Como un mandato divino
Enteramente libres.
BEATRIZ VALLAZZA.
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